Hace unos pocos meses no salía de su asombro al
reconocer «mamá»; hoy, es un relato entero el que
emerge de la lluvia de las palabras. Se ha convertido en
el héroe de sus lecturas, aquel en quien el autor había
delegado desde la eternidad para liberar a los
personajes atrapados en la trama del texto a fin de que
ellos mismos le arrancaran de las contingencias del día.